"El proceso es la clave": Las hermanas responden al documento de la primera sesión del Sínodo

Miembros de la asamblea del Sínodo de los Obispos rezan el 26 de octubre antes de una sesión de trabajo en el Aula de Audiencias Pablo VI del Vaticano. (Foto:CNS/Lola Gómez)

Miembros de la asamblea del Sínodo de los Obispos rezan el 26 de octubre antes de una sesión de trabajo en el Aula de Audiencias Pablo VI del Vaticano. (Foto:CNS/Lola Gómez)

por Dan Stockman

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La primera sesión en el Vaticano del Sínodo sobre la Sinodalidad, la cumbre plurianual del papa Francisco para abordar el futuro de la Iglesia católica, fue fructífera y profunda, aseguran las religiosas, pero también tuvo oportunidades perdidas.

La primera sesión del Sínodo de los Obispos en el Vaticano concluyó el 28 de octubre con un informe de "síntesis" de 41 páginas sobre los debates. La segunda sesión se celebrará en Roma en octubre de 2024 y creará un informe final de propuestas para que el papa Francisco lo considere.

Este primer informe, titulado Una Iglesia sinodal en misión, es el resultado de un intenso mes de debates entre unos 450 participantes sobre una serie de temas de gran importancia, como el papel de la mujer en los ministerios eclesiásticos, los abusos sexuales del clero y una mejor inclusión de los católicos LGTBQ.

Por primera vez desde la creación del Sínodo de Obispos de la Iglesia en 1965, el papa concedió el derecho de voto a unas 50 mujeres en la asamblea.

La Hna. Nathalie Becquart, misionera de Xaviere, responde a una pregunta durante una rueda de prensa en el Vaticano el 8 de septiembre. (Foto: CNS/Justin McLellan)

La Hna. Nathalie Becquart, misionera de Xaviere, responde a una pregunta durante una rueda de prensa en el Vaticano el 8 de septiembre. (Foto: CNS/Justin McLellan)

"No utilizaré el término éxito, pero ha sido fructífero. Es un estado nuevo en la experiencia de la sinodalidad: ha habido mucha gracia, ha sido un tiempo de alegría", afirmó la Hna. Nathalie Becquart, misionera de Xaviere y subsecretaria de la oficina del Sínodo de los Obispos del Vaticano, lo que la convirtió no solo en participante con derecho a voto, sino en miembro del propio sínodo. "Nos trajo una mayor comunión. Hubo escucha mutua y comprensión por parte de diferentes personas con diferentes antecedentes y perspectivas. Así que, en cierto sentido, fue una verdadera experiencia sinodal", explicó.

Aquellos que se sintieron decepcionados por los resultados (muchos esperaban que se dieran pasos adelante en cuestiones como la ordenación de mujeres como diáconos o la inclusión de los católicos LGTBQ) no entendieron bien de qué trataba la reunión o cómo funcionaba el proceso, señaló Becquart.

"Lo que tenemos que explicar a la gente es que este no es el sínodo que toma decisiones", indicó y agregó: "Ha sido la primera sesión y el sínodo no ha terminado. La segunda sesión es el próximo octubre, donde el documento final tendrá propuestas para el papa".

El informe de síntesis, explicó Becquart, crea una hoja de ruta para los debates que tendrán lugar en todo el mundo durante los próximos 11 meses.

Pero incluso ese informe "tiene también muchas propuestas concretas, y algunas ya se pueden poner en práctica", añadió. "No hay que esperar a que el cambio venga de Roma", afirmó.

El informe presenta 81 propuestas, en muchos casos bastante abiertas. En al menos 20 ocasiones se pide un mayor estudio, evaluación o consideración teológica o canónica.

Aunque el informe no pide la ordenación de mujeres como diáconos (ni siquiera menciona la ordenación sacerdotal de las mujeres), sí se pronuncia sobre el papel de las mujeres en el liderazgo de la Iglesia.

En un ejemplo, el texto dice que las mujeres de la asamblea "han hablado también de una Iglesia que hiere" y añade que "el clericalismo y el machismo son un uso inadecuado de la autoridad que continúan ensuciando el rostro de la Iglesia y dañando la comunión".

El texto también afirma que hubo una clara petición por parte de la asamblea de "un mayor reconocimiento y valoración a la aportación de las mujeres y de un aumento de las responsabilidades pastorales que se les confían en todas las áreas de la vida".

También se plantea cómo puede la Iglesia incluir a más mujeres en los ministerios existentes, y formula una pregunta abierta: "Se necesitan nuevos ministerios, ¿a quién corresponde el discernimiento?, ¿a qué nivel y con qué modalidades?".

La Hna. Jean Quinn de Irlanda, miembro de la Congregación de las Hijas de la Sabiduría y directora ejecutiva de Unamina  International, una organización no gubernamental presente en las Naciones Unidas, afirmó que, aunque era un signo positivo que el 21% de los participantes en el Sínodo no fueran obispos, resulta difícil entender que el informe solicite un estudio sobre cómo incluir a las mujeres en la toma de decisiones cuando las religiosas llevan siglos proporcionando un modelo.

"Ya lo estamos haciendo en gran medida", aseguró Quinnn y añadió: "Podrían venir aquí y ver lo que significaría ese estilo de liderazgo".

En cuanto a las mujeres en el diaconado, manifestó no estar "segura de apoyar todo el asunto", pero se mostró afligida por el número de votos en contra de la idea. Los dos párrafos que abordaban la cuestión fueron aprobados, pero casi el 20 % de los participantes votaron en contra.

La Hna. Jean Quinn, Hija de la Sabiduría y directora ejecutiva de Unamina. (Foto: GSR/Chris Herlinger)

La Hna. Jean Quinn, Hija de la Sabiduría y directora ejecutiva de Unamina. (Foto: GSR/Chris Herlinger)

"Para mí fue todo un reto", explicó Quinn. "Lo que nosotras, como religiosas, pediremos es escuchar y conversar, pero también aprender. Si hubo tantos noes a las mujeres en el diaconado, ¿qué estamos aprendiendo de esto? No podemos seguir hablando", aseveró.

También le decepcionó que no se mencionara a los católicos LGTBQ en el informe.

"Estuvieron en los documentos hasta el último momento, pero no en el documento final. El lenguaje es muy importante. Las palabras son importantes", declaró Quinn. "Las personas que querían ser incluidas en la Iglesia no estaban en ese documento", acotó.

La Hna. María Cimperman, religiosa del Sagrado Corazón, coordinadora de las actividades sinodales de la Unión Internacional de Superioras Generales y una de las 40 religiosas que participaron en el Sínodo, afirmó que la gente debe recordar que esta asamblea  trata del viaje, no del destino. La atención no se centra en las cuestiones que pueden cambiarse, sino en cómo la Iglesia camina junto con los que están dentro y fuera de los bancos, añadió.

"¿Fue un éxito? Absolutamente. ¿Creo que hemos hecho todo lo que podíamos en este mes? Sí. Lo que dice el papa Francisco es que el resultado es el proceso", afirmó.

Cimperman señaló que el proceso le cambió la vida.

"El método creó una comunidad que podía mantener conversaciones y compartir de una manera que no era polarizadora, que no era nosotros contra ellos, tú contra mí", comentó y agregó: "De hecho, creó un espíritu de discernimiento".

El proceso también proporcionó tiempo para la escucha profunda seguida de la oración y la reflexión.

 Hna. María Cimperman del Sagrado Corazón. (Foto: cortesía Byron Photography)

 Hna. María Cimperman del Sagrado Corazón. (Foto: cortesía Byron Photography)

"Era como compartir los resultados de tu día de retiro, pero requería que hubieras escuchado lo suficiente como para ofrecer lo que habías oído que te conmovía en el corazón", indicó. "Estamos acostumbrados a hablar; no estamos acostumbrados a escuchar a ese nivel. Pero cuando escuchas tan profundamente, algo cambia", afirmó.

Según Cimperman, parte de lo que hizo que aquello funcionara fue que todos los participantes (obispos y no obispos) recibieron el mismo trato.

"Todos estábamos al mismo nivel; manteníamos una conversación en el Espíritu", relató la religiosa y agregó: "Y cada persona en la mesa tenía la misma responsabilidad". 

Aunque es posible que el Sínodo no provoque cambios visibles inmediatos en la Iglesia, ni siquiera después de su clausura en 2024, afirmó que sí podría cambiar la Iglesia de tal modo que se produjeran las reformas que muchos reclaman. Una Iglesia que realmente escucha en profundidad no puede sino cambiar.

"En última instancia, tratamos de escuchar al Espíritu y no a mi agenda. No se trata de mí, sino de lo que el Espíritu nos pide. El proceso es la clave", explicó Cimperman. "Y cuando lo hacemos, nos puede sorprender adónde nos llevan las cosas. A veces surge una nueva forma de avanzar o de comprometerse, porque realmente hemos escuchado. [...] Creo que estamos estableciendo una forma de ser, de comunicarnos y de compartir que nos prepara para tener esas conversaciones que tendrán muchos más matices el año que viene", apuntó.

Agregó que los participantes vislumbraron lo que puede suceder cuando la Iglesia es verdaderamente sinodal.

"Es más inclusiva, más comprometida, más comprensiva con la dignidad bautismal de las personas", declaró Cimperman. "Fue profundo. Profundo. Estabas viendo cómo se producía la transformación, y era algo sagrado", comentó.

Nota del editor: Este artículo fue pubicado originalmente en inglés el 2 de noviembre de 2023. 

This story appears in the Synod on Synodality feature series. View the full series.

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