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A medida que los albergues se llenan de migrantes, las hermanas de Ciudad de México ofrecen "otra Nazaret"

Una mujer recoge sus pertenencias frente a un mural de José y María en el refugio para migrantes Cafemin, en Ciudad de México, el 24 de agosto. La Hna. María Soledad Morales Ríos, una de las hermanas Josefinas cuya congregación gestiona el refugio, afirmó que su carisma consiste en cuidar de los pobres, incluidos los migrantes, del mismo modo que José y María cuidaron de Jesús. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Una mujer recoge sus pertenencias frente a un mural de José y María en el refugio para migrantes Cafemin, en Ciudad de México, el 24 de agosto. La Hna. María Soledad Morales Ríos, una de las hermanas Josefinas cuya congregación gestiona el refugio, afirmó que su carisma consiste en cuidar de los pobres, incluidos los migrantes, del mismo modo que José y María cuidaron de Jesús. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Traducido por Purificación Rodríguez Campaña

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El hombre con tatuajes en la cara le suplicaba al guardia que le dejara entrar. El guardia se mostró educado pero tajante, pues ya no quedaba sitio en el albergue. Esto es lo que ocurre, no desde hace meses, sino desde hace al menos dos años, en el Centro de Acogida y Formación  para Mujeres y Familias Migrantes (Cafemin), dirigido por una comunidad de hermanas Josefinas en Ciudad de México. 

La situación es la misma desde hace mucho tiempo en numerosos albergues católicos de ciudades que los migrantes frecuentan a lo largo de una ruta que ahora se extiende desde Sudamérica hasta Estados Unidos. Pero el reciente aumento es una oleada que, según muchos a lo largo de la travesía, nunca se había visto antes.

Actualmente, son pocos los lugares como Cafemin en los que se acoge a los inmigrantes, dado el aumento de las tensiones provocadas por su creciente número. El 26 de septiembre, el presidente de Costa Rica anunció el estado de emergencia por el aumento de inmigrantes e informó  que tenía previsto llevar a cabo deportaciones. Las autoridades de inmigración de México también adoptaron medidas similares. Y en Estados Unidos, más gobiernos locales, desde El Paso a Nueva York, han manifestado que no disponen de los recursos necesarios para hacer frente a este flujo.

Lejos de los micrófonos políticos, quienes trabajan en lugares como el refugio Cafemin de las hermanas Josefinas en Ciudad de México (que pretende recibir, formar y empoderar a la mujer extranjera  y a la  nacional), también se preocupan en silencio. Aunque saben que se están produciendo flujos similares en todo el mundo, incluida Europa, admiten que es diferente cuando la crisis llega a la puerta de tu casa.

La Hna. María Soledad Morales Ríos, de las Hermanas Josefinas, juega a la pelota con un niño el 24 de agosto en el albergue Cafemin de Ciudad de México. En los dos últimos años, el albergue que gestiona su congregación, con capacidad para 100 personas, ha tenido que dar cabida a 800 debido al creciente número de migrantes que pasan por Ciudad de México. (Fotografía: GSR/Rhina Guidos)

La Hna. María Soledad Morales Ríos, de las Hermanas Josefinas, juega a la pelota con un niño el 24 de agosto en el albergue Cafemin de Ciudad de México. En los dos últimos años, el albergue que gestiona su congregación, con capacidad para 100 personas, ha tenido que dar cabida a 800 debido al creciente número de migrantes que pasan por Ciudad de México. (Fotografía: GSR/Rhina Guidos)

"Anoche vine a hacer un recado y era difícil caminar" por el albergue porque la gente cubría casi cada centímetro del suelo de las instalaciones como si fuera una alfombra, le contó la Hna. María Soledad Morales Ríos, una Josefina, a Global Sisters Report durante una visita al albergue el 24 de agosto.

La mayor parte de los migrantes que refugios como Cafemin  acogen en estos días proceden de Sudamérica y muchos han cruzado el traicionero paso del Darién, entre Colombia y Panamá, dejando cifras récords. Los investigadores Caitlyn Yates y Juan Pappier calculan que más de 81 000 cruzaron en agosto, "la cifra más alta registrada hasta la fecha".

"Muchas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares por factores como la represión y el colapso económico en Venezuela, la inseguridad y la inestabilidad política en Ecuador y las múltiples crisis en Haití", escribieron en un documento publicado el 20 de septiembre por el Migration Policy Institute.

Caen relámpagos y se levanta polvo durante una tormenta eléctrica, el 15 de septiembre, mientras cientos de migrantes hacen cola bajo el Puente Negro, vía del ferrocarril, y esperan a entregarse a las autoridades tras cruzar el Río Grande desde México para entrar en Estados Unidos en Eagle Pass, Texas. (Foto: OSV News/Reuters/Adrees Latif)

Caen relámpagos y se levanta polvo durante una tormenta eléctrica, el 15 de septiembre, mientras cientos de migrantes hacen cola bajo el Puente Negro, vía del ferrocarril, y esperan a entregarse a las autoridades tras cruzar el Río Grande desde México para entrar en Estados Unidos en Eagle Pass, Texas. (Foto: OSV News/Reuters/Adrees Latif)

El gobierno de Biden ha puesto en marcha una serie de medidas para intentar mitigar el embotellamiento, entre ellas hacer que los solicitantes de asilo presenten su solicitud de entrada mediante aplicaciones telefónicas, como CBP One, y "centros de procesamiento" regionales, donde se puede evaluar la situación de quienes quieren emigrar para ver si reúnen los requisitos para entrar en EE. UU. en el marco de una serie de programas. Pero a veces esas herramientas se ven desbordadas hasta el punto de colapsar, explicó a GSR Lizbeth Gramajo Bauer, de la Red de Jesuitas con Migrantes en Centroamérica, durante un seminario celebrado en Ciudad de Guatemala el 24 de agosto.

Los resultados dispares han ayudado a algunos migrantes a viajar de forma segura y ordenada, pero otros se encuentran desesperados, declaró Verónica Juárez, coordinadora de proyectos de Cafemin. Algunos se arriesgan y suben a los trenes que se dirigen a las ciudades fronterizas, encontrando tanto éxitos como tragedias. 

Un mural en el refugio de las hermanas muestra un tren conocido como la Bestia, pintado por un hombre que se subió a él y perdió una pierna en un accidente durante ese viaje. Además, en una extensión del mural se representa una larga fila de migrantes que llevan parte de una larga cruz a través del desierto con un Jesús de gran tamaño a la cabeza de la fila, como si los guiara en el viaje.

Cuando las Hermanas Josefinas comenzaron su labor para ayudar a los migrantes en la Ciudad de México en 2012, atendían entre 30 y 40 personas al día, según Morales. Hasta la pandemia, el flujo había ido y venido, dependiendo de acontecimientos regionales como la crisis política de 2018 en Nicaragua. Con el tiempo, las Josefinas ampliaron el refugio para acoger hasta 100 personas. 

Eso les vino bien, porque incluso después de la llegada de la pandemia, las hermanas nunca dejaron de responder a quienes pedían ayuda. Cuando Estados Unidos se retiró de Afganistán en 2021 y quienes temían por sus vidas huyeron a otros países incluido México, "les dimos la bienvenida", indicó Morales. Cuando Rusia atacó Ucrania en 2022 y los ucranianos acabaron en México de camino a casa de sus familiares en Estados Unidos, "también les dimos la bienvenida", añadió la hermana. 

El traductor de Google era la única forma de comunicarse con ellos, agregó Juárez.

Pero cuando los temores por el coronavirus remitieron en 2021, las cifras empezaron a aumentar. Desde abril de este año, es raro que el número de migrantes que llegan sea inferior a 800 al día.

Un grupo de migrantes descansa frente al refugio Cafemin en Ciudad de México, el 24 de agosto, cerca de un cartel en la puerta que indica que no hay más espacio en el interior. Con el creciente número de migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos, los refugios situados a lo largo de la ruta que va desde Sudamérica hasta la frontera sur de Estados Unidos superan su capacidad de ayuda. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Un grupo de migrantes descansa frente al refugio Cafemin en Ciudad de México, el 24 de agosto, cerca de un cartel en la puerta que indica que no hay más espacio en el interior. Con el creciente número de migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos, los refugios situados a lo largo de la ruta que va desde Sudamérica hasta la frontera sur de Estados Unidos superan su capacidad de ayuda. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Abarrotado. Esa es la palabra que Morales utiliza para referirse al espacio, que una vez estuvo reservado para oficinas y aulas; ahora, muchos espacios cumplen una doble función como dormitorios por la noche.

"Todos estamos en la misma situación", afirmó —refiriéndose a los demás albergues para migrantes de la ciudad— y agregó: "Espacios para 30, 40 personas como máximo, ahora tienen 100. Estamos todos hasta arriba. No hay forma de enviarlos a otro sitio".

Hay momentos en los que las hermanas deciden que realmente no hay sitio para nadie más, "y entonces ves a una mujer en la puerta con niños, y está lloviendo y empiezas a buscar un rincón" donde meterlos, explicó. 

Lo mejor que pueden hacer a veces por los hombres es dejarles dormir en la acera, cerca del espacio que hay junto al guardia de seguridad a la entrada del refugio.

"México, en general, es un país conocido por su hospitalidad", comentó Juárez.

En el Paseo de la Reforma de Ciudad de México, este monumento conmemorativo con la frase "La migración es un derecho humano" rinde homenaje a los 72 migrantes masacrados en el sur de México en 2010. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

En el Paseo de la Reforma de Ciudad de México, este monumento conmemorativo con la frase "La migración es un derecho humano" rinde homenaje a los 72 migrantes masacrados en el sur de México en 2010. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

En el emblemático Paseo de la Reforma de la capital, el corazón de Ciudad de México, hay un monumento con pájaros en vuelo que dice "Nadie es ilegal en este mundo" y "Migrar es un derecho humano".

Pero las recientes oleadas de migrantes están poniendo a prueba los límites de esa hospitalidad, incluso cerca del refugio. 

Según Juárez, los vecinos del albergue han empezado a publicar comentarios negativos sobre los migrantes en Facebook. Muchos de ellos parecen surgir cuando los lugares que suelen prestar ayuda ya no pueden acoger al creciente número de personas y estas acaban en la calle.

La Hna. Josephine Eloide Zavala pesa a un niño migrante en el albergue Cafemin de Ciudad de México, el 24 de agosto. Con el aumento de los problemas en países como Venezuela, Nicaragua y Haití, los migrantes que huyen de los conflictos económicos y políticos se enfrentan a reacciones violentas, pero encuentran una cálida acogida en los albergues gestionados por congregaciones religiosas católicas. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

La Hna. Josephine Eloide Zavala pesa a un niño migrante en el albergue Cafemin de Ciudad de México, el 24 de agosto. Con el aumento de los problemas en países como Venezuela, Nicaragua y Haití, los migrantes que huyen de los conflictos económicos y políticos se enfrentan a reacciones violentas, pero encuentran una cálida acogida en los albergues gestionados por congregaciones religiosas católicas. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Las Josefinas intentan comprender lo que sienten los vecinos, explicó Morales, pero lo único que pueden hacer es llevar a cabo la misión que se les ha encomendado, una misión que se hace más difícil a medida que luchan por hacer hueco en su pequeño espacio a grupos cada vez más grandes de personas y por echar más verduras que carne en la sopa para que todos tengan suficiente para comer, al tiempo que rezan por una vida digna para ellos.

"El carisma de las Josefinas consiste en salvaguardar la vida de nuestros hermanos y hermanas como José y María cuidaron de Jesús", señaló Morales. "Queremos que nuestra casa sea otra Nazaret, un lugar donde se valore la vida", agregó.

No es una tarea fácil cuando ves la enorme necesidad y tienes tan poco, añadió. Y a veces no queda nada más que dar tu presencia, señaló, tras relatar  el reciente nacimiento de un bebé ocurrido en el refugio.

La Hna. Magda Silva Rentería, directora del centro, era la comadrona, según recordó Morales, quien refirió lo ocurrido al día en que no hubo tiempo de llevar al hospital, a través de la multitud,  a una madre migrante embarazada por primera vez a los 40 años, cuando se puso de parto prematuramente.

"Lo tenía todo en su contra", comentó sobre la madre y añadió: "Y ahí estaba Magda sosteniéndola. Así es como se vive algunas veces la fidelidad a la misión que tenemos en la Iglesia".

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 5 de octubre de 2023. 

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